Te tengo que despedir

La semana pasada les comentaba sobre el informe anual que sacó la OIT, en el que señala que en 2009 millones de trabajadores se quedarán sin empleo. Indudablemente son los grandes perjudicados de la crisis global. En estos días el País de Madrid publicó una nota en la que muestra una cara poco conocida de esta realidad: la de los empresarios que se ven obligados a despedir a sus empleados.

El periódico aborda la crisis desde la óptica de los jefes que tienen  que reducir su plantilla de trabajadores y el sentimiento de culpa que esto les genera. La intención no es tomar partidos, ni discutir quién la pasa peor. Además, no cabe duda que es el trabajador el más afectado. Sin embargo, me resulta difícil imaginar a un empresario con culpa. Quizás porque uno en el imaginario –o al menos en el mío- tiende a equiparlo con un ser inescrupuloso que lo único que quiere es obtener más dinero para su empresa.

Según Manuel Olivares, director comercial de Chrysler Jeep, quien fue consultado por el País de Madrid, hay un cambio de paradigma en el rol del jefe. “Antes pesaba tener el típico perfil de comercial, la capacidad de generar negocio. Hoy le supera más el arte de negociar, ya sea con proveedores o internamente con los empleados, y eso significa desenvolverse en la gestión de dificultades personales”. Lo que implica un mayor involucramiento y otra responsabilidad a la hora de decidir un despido.

Para Olivares, quien se desempeña desde hace 20 años en uno de los sectores más afectados por la crisis, el del automóvil: “Lo peor es decidir con quién te quedas, la variable humana lo complica”. Los concesionarios de Chrysler han recortado 60 empleos de 180. El conjunto del sector estima que perderá 30.000 empleos.

El diario español publica la experiencia de Juan Rivera, un empresario farmacéutico, a quien durante la Guerra del Golfo le tocó tener que cerrar una empresa en Arabia Saudí y Kuwait, y despedir a 150 personas. “Me repetía que era la guerra, que era la crisis financiera, que no era culpa mía. Pero también me preguntaba si no hubo algo que hubiera podido hacer mejor. Por cosas que ocurran en el mundo, el empleado tiende a culparte a ti. Ahora he aprendido a no sentirme culpable. Pero durante mucho tiempo no pude evitarlo”

Así como el artículo hace hincapié en el factor humano de estos empresarios, también señala que “la decena larga de suicidios de los últimos dos meses de inversores arruinados, millonarios caídos, son ejemplo extremo de las dificultades de personas acostumbradas al éxito para encarar un fracaso que desdibuja su prestigiosa imagen social”.

Fuente foto: http://castillasocialista.org

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